LA RESPONSABILIDAD SOCIAL EN LA ÉTICA GADAMERIANA,
IMPACTO EN LA EDUCACIÓN PARA LA PAZ
José Pascual Mora García[1]
ULA-Táchira
Resumen
El
presente trabajo forma parte de una línea de investigación que iniciamos en el
doctorado de filosofía de la Universidad de Los Andes- Mérida y que hemos
continuado en los programas de Maestría de Paz de la ULA-Táchira, Cátedra
Gandhi pro Paz y Cátedra Cayetano Redondo de estudios humanitarios. Desde el
punto de vista epistemológico y metodológico se retoma la racionalidad
dialógica gadameriana (George H. Gadamer)y se analizan las condiciones del
diálogo hermenéutico con los postulados rotarios de la paz aplicados al
contexto de los Diálogos de Paz en Venezuela. Para efectos didácticos seguimos
el concepto de dimensiones básicas del ser humano, en la concepción
heideggeriana, pero en este caso aplicadas a la educación para la paz; a saber:
1. APRENDER A SER como esencia de la paz. 2.
APRENDER A CONOCER que la paz NO ES UN PROBLEMA CONCEPTUAL.3. APRENDER A
VIVIR JUNTOS EN PAZ,
Palabras claves: Paz, Dialogicidad, Hermenéutica, Democracia,
Historia inmediata
INTRODUCCIÓN
El tema de la
responsabilidad social y la paz requiere de un análisis
profundo sobre la base de la tradición hermenéutica gadameriana, no porque la
paz sea un problema de la crítica de la razón pura sino porque se busca develar
las contradicciones de la vida cotidiana, como promotores de paz y cultores de
la educación para paz. Para Gadamer igual que para Kant la paz es un tema de la
razón práctica, por tanto es un ejercicio del imperativo categórico.
La paz se ha
convertido en una entelequia que dice todo y nada, almismo tiempo; y en parte
se debe a que pensamos que la paz la alcanzamos con la razón, no hay un
principio de razón suficiente que imponga la paz, la paz es un problema del
alma. La proposografía nos ayuda a “recuperar los conceptos de un pasado
histórico de tal manera que también puedan incluir nuestra propia comprensión
de los mismos.” Nuestro enfoque,
inspirado en Gadamer, permite señalar que la realidad del lenguaje no se halla
determinada por los signos, sino que cada palabra posee intrínsecamente una
dirección de sentido que le da inteligibilidad; “el lenguaje consiste en que las palabras, pese a su
significado concreto, no poseen un sentido unívoco, sino una gama semántica
oscilante, y justamente esta oscilación constituye el riesgo peculiar del
habla.” La tesis gadameriana en la comprensión de la paz nos dice que las
palabras y la forma como se dicen son uno de los puntos de partida el
tratamiento de la paz. Las palabras llevan intrínsecamente una potencialidad
que pueden generar actitudes favorables o divergentes.
En
la ética dialógica gadameriana la hermenéutica no conduce necesariamente a una
metodología sino fundamentalmente a un sistema universal de la comprensión. La
tradición que se inaugura con F.Schleiermacher, diluye la diferencia entre
Subtilitas explicandi y Subtilitas inteligendi. Es decir, desaparece la
distancia cartesiana en la res cogitans y la res extensa, no existe un momento
de la interpretación separado del momento de la comprensión; más aún no existe
un momento del pensamiento y otro de la práctica, porque la hermenéutica es
práctica. Por eso para Schleiermacher la hermenéutica es arte y análisis del
mismo acto del comprender,
Esta
comprensión de la hermenéutica será vital para comprender la ética de la
responsabilidad, centrada en la razón dialógica. En la comprensión que Anibal
Rodríguez (2011) hace de la ética de la responsabilidad, la premisa básica está
en comprender que la “hermenéutica constará de tres momentos: Subtilitas
explicandi, Subtilitas inteligendi y Subtilitas aplicandi. Lo original es que
no se trata de tres momentos sino de uno sólo. No hay diferencias entre el
momento de la comprensión y la aplicación. La hermenéutica pasa a convertirse
de esta manera en filosofía primera y a su vez en filosofía práctica: en
ética.”
I. LA PAZ Y EL CULTIVO DE LAS DIMENSIONES
BÁSICAS DEL SER HUMANO:
“El
servicio que se presta sin alegría de servir, no es útil, ni al que sirve, ni
al que lo recibe”
Deepak
Chropra
1.1. APRENDER A SER como esencia de la paz. Es el cultivo del ser el
que determina que seamos hombre y mujeres de paz. Por eso se estimulan los
valores humanos, trascendentales y del espíritu, como ser humano que intuye y
piensa, con una elevada capacidad de logro para la aceptación de la diversidad,
comprensión del Otro, y tolerancia ante la diferencia. En la ética de la
responsabilidad gadameriana la personeidad no es una vuelta al Ser-sí- mismo
sino al Ser-con-los-demás, que incluso contenga la potencialidad de que el Ser
– si – mismo sea capaz de contradecir sus propias afirmaciones.
Por eso, Gadamer pasa a otra forma
de relación yo-tú, una relación más horizontal: “En el comportamiento de los
hombres entre sí lo que importa es, como ya vimos, experimentar al tú realmente
como un tú, esto es, no pasar por alto su pretensión y dejarse hablar por él.
Para esto es necesario estar abierto. (…) La apertura hacia el otro implica,
pues, el reconocimiento de que debo estar dispuesto a dejar valer en mí algo
contra mí, aunque no haya ningún otro que lo vaya a hacer valer contra mí” Aquella máxima evangélica de “poner la otra
mejilla” es de alguna manera recuperada en la ética de responsabilidad
gadameriana; bien lo decía Dyer, W: “cuanta más paz tengas en tu interior,
menos te afectará la enemistad y el desprecio de los demás.”
En
la concepción gadameriana la ética de responsabilidad pasa por el estado de
renuncia de sí mismo, por eso como complementa Aguillar (2005), la ética
dialógica pasa por “el arte de no tener la razón.” No hay una ética de la responsabilidad sin
que el yo sea capaz de dudar de la razón propia, en esto consiste la condición
de posibilidad de un verdadero diálogo hermenéutico; “para prosperar, es importante
poseer la suficiente grandeza de espíritu como para tolerar y perdonar los
errores de los demás.” (I Ching)
Nos
recuerda, Gadamer, que el entenderse en el mundo no es un problema de lógicas
sino un problema de la razón práctica, de la moral: “por consiguiente, ¿qué
significa propiamente, para volver a nuestra pregunta inicial, entenderse en el
mundo? Significa entenderse unos a otros. Y entenderse unos con otros significa
entender al otro. Y esto tiene una intención moral no lógica. Constituye, sin duda,
una tarea humana más ardua, y tanto más para nosotros, que vivimos en un mundo
marcado por las ciencias monológicas. Las ciencias son un único y gran
monólogo, y están orgullosas de ello; de hecho pueden estarlo, ya que las
seguridades, certezas y posibilidades de control que han introducido nos
protegen en gran medida de nuestras debilidades y de los eventuales abusos por
parte de otros.” (Gadamer, 1998)
Esta visión se entronca con una de
los principios rotarios: “Dar de Sí antes de Pensar en Sí”, “a través del
Servicio en la Comunidad, todo rotario tiene la oportunidad de ejemplificar el
lema de Rotary Dar de Sí antes de Pensar en Sí. Los rotarios y sus clubes
asumen el compromiso y la responsabilidad social de mejorar la calidad de vida
de aquellos que viven en sus comunidades y de servir al interés público. La ética de la responsabilidad tiene una
dimensión eminentemente social, que se ajusta al servicio rotario, expresado en
la llamada Prueba Cuádruple: “La Prueba Cuádruple fue instituida en 1932 por
Herbert J. Taylor, quien más tarde ocuparía el cargo de presidente de Rotary
International. La Junta Directiva de RI estableció que la labor de los clubes
rotarios debía estar en consonancia con los principios de dicha prueba. LA
PRUEBA CUÁDRUPLE:
De lo que se piensa, se dice o se
hace:
1) ¿Es la VERDAD?
2) ¿Es EQUITATIVO para todos los
interesados?
3) ¿Creará BUENA VOLUNTAD Y MEJORES
AMISTADES?
4) ¿Será BENEFICIOSO para todos los
interesados?
Reproducción y uso de La Prueba
Cuádruple El único propósito de toda reproducción de La Prueba Cuádruple deberá
ser el desarrollo y la práctica de elevadas normas éticas en las relaciones
humanas.” El espíritu de la Prueba
Cuádruple no busca convertirse en ningún código, pero si entra en los
principios deontológicos de los socios.
1.2.
APRENDER A CONOCER que la paz NO ES UN PROBLEMA CONCEPTUAL.
“Los
seres humanos libres y con alteza de ánimo no van buscando la debilidad de lo
que el otro dice para probar que tienen razón, sino que buscan reforzar el
punto de vista del otro para que lo que él dice sea revelador.”
G.
Gadamer
La
noción platónica, o del Sócrates elenctico,
de eumeneis elénchoi nos permite conocer mejor la ética de
responsabilidad. La ética de la responsabilidad no es un problema de
aprehensión conceptual sino del ejercicio del convivir juntos en paz.
Efectivamente tiene que haber en la comprensión del yo gadameriano un sentido
de “buena voluntad”; pero el problema es que hay por lo menos tres maneras de
comprenderla: “Una, es en el sentido canónigo del Platón del Gorgias, según el
cual la `buena voluntad` es una de las virtudes que debe tener el interlocutor
para entrar en el verdadero diálogo filosófico: las otras dos son el
conocimiento de lo justo y la sinceridad. Aquí la `buena voluntad` se refiere a
cierta consideración amistosa hacia la persona con la que se habla, pero una
consideración que involucra un verdadero interés por el bien y la dignidad de
la otra persona de tal manera que será imposible reducirlo a instrumento,
objeto o enemigo o bien ser utilizado como medio manipulándolo.”
El principio de “buena voluntad”
gadameriano se comprende mejor con el Diálogo del Gorgias, en donde la
estrategia mayéutica de Sócrates lo lleva a señalar: “considero, en efecto, que
es un bien mucho mayor el ser refutado, porque es más ventajoso verse libre del
mayor de los males que librar a otro de él.” Contrariamente a lo que ordenaba
la lógica de los sofistas Platón argumenta que hay más virtud en ser refutado
que en refutar. Pero la práctica de esa virtud no lleva consigo una recompensa
divina, sino una potencialidad en donde el otro el algún momento podrá
recapacitar y posibilitar un diálogo cierto. Aquí la buena voluntad no sólo no
equivale a la voluntad de saber ni a la voluntad de poder, sobre todo a la
voluntad de incógnita.
Sin embargo, el concepto de “buena
voluntad” es diverso y ha recibido otras
interpretaciones como la de Davidson , quien lo describe como Principio
de Caridad: “que implica una actitud de condescendencia frente al otro en aras
de la comunicación racional.” Por su
parte, Mariflor Aguilar prefiera hablar de “condición de alteridad” para
significar que es necesario fijar distancia con las visiones que pudieran fijar
un posible discurso doctrinario de la piedad. Aclara igualmente que es
necesario tener en cuenta que a quiénes siguen apegados a la “filosofía de la
sospecha” les resulta imposible
comprender que es posible “llegar a acuerdos, tener deseos sinceros, y postular
la buena voluntad como condición de la comunicación.”
También Gadamer pone tierra de por
medio con las imputaciones de Derrida, y aclara que la “buena voluntad”
expresada no alude al concepto kantiano
de buena voluntad, sino que se apoya en el principio eumeneis elenchoi, según
el cual: “los seres humanos libres y con alteza de ánimo no van buscando la
debilidad de lo que el otro dice para probar que tienen razón, sino que buscan
reforzar el punto de vista del otro para que lo que él dice sea
revelador.”
Aspecto que el mismo Heidegger
revalidara al expresar: “si queremos encontrarnos con el pensamiento de un
pensador debemos magnificar aún más lo que en él es grandioso.” No cabe duda que la dependencia elenctica del
diálogo socrático en el planteamiento gadameriano es manifiesta, en la que el
preguntar y la aporía hacen una yunta. Sin embargo, Gadamer sólo hace referencia
expresa a la eumeneis elenchoi en sólo dos ocasiones, en diatriba, por cierto,
con Derrida y David C. Hoy.
La eumeneis elenchoi no es una
convocatoria a despertar los buenos sentimientos, como se le ha acusado a
Gadamer por parte de Derrida; “decir que se refuerza la opinión del otro no es
para Gadamer más que una observación de lo que ocurre en toda comprensión que
es que el otro nos interpela en tanto alteridad y en tanto que nos demanda
situarnos en nuestro horizonte de comprensión para poder reconocerlo en su
diferencialidad.”
Pensamos, con Mariflor Aguilar que
está suficientemente claro que en su obra magistral Verdad y Método la dialéctica entre pregunta y respuesta
entraña esta relación elenctica, pues quien: “… posee este arte será el primero
que busque todo lo que pueda hablar a favor de una opinión. Pues la dialéctica
consiste no en el intento de buscar el punto débil de lo dicho, sino más bien
en encontrar su verdadera fuerza (…) no se refiere a aquel arte de hablar y argumentar que es capaz de
hacer fuerte una causa débil, sino el arte de pensar que es capaz de reforzar
lo dicho desde la cosa misma.”
Efectivamente
de lo que se trata es reforzar el punto de vista del otro, de hacer valer los
derechos del otro, de lo que el otro dice, haciendo lo posible dialógicamente
de reforzar sus argumentos. En este sentido, Gadamer se aparta de la
argumentación sofística, como estrategia argumentativa, para comportarse y comprometerse con el arte del pensar. Y diríamos aún más, se aparta de la
silogística aristotélica, sobre todo, de la
lógica aristotélica, pues los principios centrales de: principio de no
contradicción, tercero excluso, y doble negación no son fundamentales en el
diálogo gadameriano. Para la ética dialógica la prioridad no es la defensa de
los principios lógicos sino el principio de comprensión.
La tesis eumeneis elenchoi en el pensamiento
de Gadamer, la sintetiza en los siguientes argumentos: “En primer lugar, (…) se
articula de una manera específica con el pensamiento socrático-platónico. En
segundo lugar lo posiciona frente a la deconstrucción y sus seguidores; además,
por otra parte, es la dimensión hermenéutica que se ha relacionado casi hasta
la identidad con la ´interpretación radical´ de Davidson y, por último es,
desde mi punto de vista, la tesis que catapulta la hermenéutica gadameriana
hacia la ética y la política.”
Esta
tesis puede ser complementada con el análisis que la filósofa mexicana realiza
del Capítulo XI, de Verdad y Método, y que intitula: Experiencia de la
alteridad. Aquí introduce otro elemento
fundamental de la Hermenéutica gadameriana, al señalar que “La experiencia
hermenéutica tiene que ver con la tradición. Pero la tradición no es dominada
por la experiencia sino que es lenguaje, habla por sí misma como lo hace un tú.
(…) Aquí se plantea la misma pertenencia entre el intérprete y la
tradición.” Y que precisamente la
relación entre la experiencia hermenéutica y la tradición está mediada por la
estructura del diálogo.
En Rotary este principio se vive a
través del compañerismo. Es una premisa que se convierte en un desiderátum,
pues los rotarios deben ajustar sus ideales al compañerismo y al servicio de
paz, a la compresión de la humanidad; tan importante es este principio que alguien
definía que Rotary es Asistencia a las reuniones y Compañerismo. Es por eso que
se celebra un día especial para la paz: “el Día de la Paz y la Comprensión
Mundial. Aniversario de la formación del primer club rotario: 23 de febrero de
1905. Ese día, cada club celebra y pone de relieve el compromiso de Rotary en
pro de la comprensión, la amistad y la paz en el ámbito internacional.”
1.3. EL APRENDER A VIVIR JUNTOS EN
PAZ busca generar competencias para la
cultura de paz, la cultura resiliente, y la humanización concebida como
crecimiento interior, a fin de comprender los grupos en condiciones de
emergencia.
“Atacar
a una sola criatura humana es atacar a esos poderes divinos; y por lo tanto, el daño se hace no sólo a ese
ser, sino a través de él, a toda la humanidad”
Chopra
En
días pasados fui invitado a un ceremonial y me llamó la atención un postulado.
Me permito citarlo para luego analizarlo a luz de la ética dialógica
gadameriana y la filosofía de socrática; como un ejercicio de comprensión de la
ética de la responsabilidad.
En
efecto se trata del siguiente postulado: “Juro por mi palabra de honor respetar
los derechos ajenos, no abusar de mi poder, estudiarme a mí mismo para corregir mis errores y
defectos, ejercitar mi inteligencia, buscar en mi conciencia los principios de
la moral, disimular los defectos de mis hermanos y aconsejarlos para que se
perfecciones.”
Nos encontramos aquí con una de las
máximas de la ética gadameriana, que es
el “arte de no tener razón.” Gadamer “distingue el habla auténtica de la
inauténtica en que la inauténtica `solo busca tener razón.` Al buscar tener
razón no puede uno `darse cuenta de cómo son las cosas.` Es menos importante
para Gadamer tener la razón que aprender lo que es, a lo cual se accede mediante el preguntar ...
Se trata dice Gadamer, `no es de tener razón a toda costa, y de rastrear por
ello los puntos débiles del otro; antes bien, se trata de hacer al otro tan
fuerte como sea posible, de modo que su decir se convierta en algo evidente.`”
La ética de la responsabilidad
gadameriana “implica una actitud de condescendencia frente al otro en aras de
la comunicación racional.” Pero cuidado
no se trata de caridad por lástima. Algunas veces decimos que respetamos las
diferencias porque nos da lástima del otro, cuidado esa no es la ética de la
responsabilidad.
La ética dialógica nos invita a
“llegar a acuerdos, tener deseos sinceros, y postular la buena voluntad como
condición de la comunicación”. Ilustremos
con un ejemplo, en los actuales momentos vivimos en Venezuela un problema de
ética dialógica, pues a pesar de que el Estado ha convocado a las Conferencias
de Paz, podemos alertar no está presente la ética de la responsabilidad en
ninguno de los bandos, priva el poder de parte del convocante sobre el
convocado, de hecho no hubo en las mesas de paz la posibilidad de que los
convocados pudieran integrar los presiduim. Así no hay paz segura.
Como
experiencia vivida en las mesas de paz, agradezco la anuencia del evento para leer un par de Manifiestos, el
primero intitulado: “El “Cordobazo” tachirense y la Conferencia de Paz”, el
cual traduce la posición institucional, pero que a su vez nos permite el
ejercicio de la dialogicidad en la vida real. Y que expresan los acuerdos de
las Cátedras Gandhi pro paz y Cayetano Redondo de estudios humanitarios. Veamos:
“Luego de haber
asistido a las mesas de diálogo convocadas en la Conferencia de Paz, realizadas
en San Cristóbal, entre el 6 y 12 de marzo próximo pasado, especialmente las
relativas a las mesas de Educación, Ciencia y Tecnología, y mesas de Paz,
quisiéramos reflejar algunas de nuestras impresiones, siempre con un sentido de
metaevaluación para la mejora.
¡Queda claro!
Si bien es verdad
que se observa disposición en sectores del Gobierno para escuchar el compromiso
para la paz, reconocemos lo difícil que está, toda vez que se necesita la
voluntad de negociación de los sectores en disputa.
¿Qué falto? ¡Faltó
el diálogo entre iguales!
Desde el punto de
vista de los anfitriones faltó el dar la confianza de un diálogo entre iguales,
y digo entre iguales, porque es condición sine qua non para dialogar, se
debe reconocer entre iguales. Esta presunción que tenían muchos y que por
ello justificaron su inasistencia, debió ser superada.
En el presídium no
hubo representantes de los sectores intervinientes, sólo del gobierno. Y esto
no le quita majestad a la representación del poder del Estado, al revés,
hubiese sido un verdadero ejercicio de la soberanía popular que descansa en el
poder constituyente, pues no se traspasa la voluntad al elegir. Por tanto
se está en el legítimo derecho de emplazar al elegido para que converse,
escuche y revise su gestión. En este caso, se trata de dialogar entre los
diversos, unos más otros menos, pero al fin y al cabo entre quienes queremos
apostar a la gobernabilidad del país. Esta necesaria igualdad en la
representación hizo que las conclusiones, por ejemplo, fueran interesadas.
¡Queda claro!
Hay sectores del
gobierno que les interesa el diálogo celestino y comprometido.
A juzgar por lo
leído como resultado de las mesas, en las conclusiones se excluyó muchas de las
observaciones que se habían hecho a las políticas de Estado erradas y que son
el origen del descontento social. Este vicio se hubiese superado si en la mesa
se hubiese nombrado representaciones paritarias.
El Ministro PPPEU
y el equipo de viceministros dieron un ejemplo trascendental al conversar en
público y en privado con el sector universitario, y autoridades de la
ULA-Táchira. Acto en el cual se hizo entrega del Programa de Maestría de Paz
(in extenso) para ser elevado a los canales regulares. Pero esto no pareció ser
lo mismo cuando fueron expuestos en la plenaria de conclusiones generales el
día 12 de marzo. Pues en el reporte hubo omisión al no señalarlas expresamente.
Poe esa razón,
ratificamos nuestra voluntad en ofrecer los programas aprobados por el Consejo
de Núcleo de la ULA-Táchira desde el año 2012, a saber:
La unidad
académica grupo de investigación Hedure, impulsa el centro de paz ULA-Táchira
integrado por:
1. Maestría en
Educación, mención cultura de Paz, DDHH Y EeE
2. Cátedra Libre
Pro Paz-Gandhi, impulsa la Diplomatura de Postgrado de Paz, DDHH y EeE.
3.Cátedra Libre
Cayetano Redondo de estudios Humanitarios, impulsa la Diplomatura de Postgrado
Enseñanza de la Historia del Táchira para la Paz.
4.Observatorio de
estudios Humanitarios ULA-Táchira.
5.Premio de la Paz
“Acacio Belandria Pulido, s. j.”
¡Apostando a la
paz!
Somos gandhianos y
la resistencia pacífica es la clave de la no violencia. Lo cierto es que hemos
resistido las críticas más acres de los sectores radicales, de ambos lados, y
hasta atentados a la integridad institucional como la quema de la emisora FM
106.5 de la ULA-Táchira, pero nos queda la autoridad moral para decir que
fuimos a la mesa de paz y pudimos exponer nuestra voluntad en la pacificación
del país, sin claudicar principios ni plegarnos a mandatos ideológicos
impuestos.
H. L. Mencken
escribió que para cada problema complejo hay una solución clara, fácil y
equivocada. Las soluciones fáciles y equivocadas parecen estar al alcance del
Gobierno, si no demuestra voluntad de diálogo suficiente con capacidad de
rectificación y de la oposición radical que no cree en salidas
constitucionales.
No hay atajos, ni
para unos ni para otros. La intransigencia y el juego sucio, de algunos
sectores de lado y lado, se les pueden volver en su contra. A ambos les
interesa cargarse de razón y tratar de ganarse la voluntad de los ciudadanos.
Esta es la esencia del pacto social democrático. No está en las amenazas ni en
los insultos, mucho menos en la servidumbre de inteligencia.
¡Rechazamos las
políticas intervencionistas sobre el Estado venezolano!, vengan de donde
vengan. Los venezolanos tenemos capital intelectual y político para salir de la
coyuntura.
¡Como venezolanos
debemos madurar todos! No podemos seguir apegados a una psicología del hambre
que nos ha hecho dependientes mentalmente del «buenismo» social del Estado,
todo protector y mega actor.
Debemos superar el
complejo de Edipo en lo político. Lo cual se traduce en andar buscando
libertadores en el siglo XXI.
¡Los venezolanos
tuvimos un Simón Bolívar y no queremos más!
Bolívar es un
imaginario social y no necesita yuxtaposiciones. ¡Tampoco queremos más
mesianismos! De ninguno de los bandos en la diatriba política.
Esa dependencia
mental ha hecho de los venezolanos que esperemos soluciones milagrosas de
mesías encarnados. Ese mesianismo ha despertado una imaginería en nuestro
pueblo que sigue buscando en magos y adivinos el futuro del país. No queremos
que nuestro futuro sea una predicción sino una consecuencia de nuestra madurez
y voluntad política.
Tenemos que
demostrar los venezolanos que con 200 años de independencia se ha debido
macerar en nuestras venas la voluntad de sentarnos en una mesa de paz, no para
diálogos complacientes sino para diálogos sostenibles y sustentables
políticamente, económicamente, académicamente.
¡Seguimos
apostando a la paz!”
Un segundo Manifiesto, que entitulamos “Sucrania”, y
que sacamos a la luz pública a través de las redes sociales, cuando el Estado
decidió que había que imponer la paz con armas de guerra en mano, para
desalojar las barricadas, a continuación para nuestro estudio:
“En tiempos postmodernos estamos acostumbrados
al lenguaje sincopado, así nace el término Sucrania (Diario La Nación,
30/03/2014), para contextualizar unas barriadas de San Cristóbal, en un sector
que se llama Barrio Sucre. Esta alusión a la Crimea-Ucraniana, no es
porque se busque una separación del Táchira respecto de Venezuela, sino por ser
el último bastión de la resistencia en la capital tachirense.
La
reminiscencia de la llamada "primavera árabe" en Venezuela, tuvo un
epicentro en el suroeste andino venezolano, conocido como estado Táchira, y en
especial en San Cristóbal, su capital.
Desde
el 4 de febrero, una protesta estudiantil, en principio liderada por los
estudiantes de la ULA-Táchira, fue retomada por la sociedad civil generando un
efecto cascada sobre 18 municipios en el país. La imposición de políticas
públicas con un sustrato ideológico contrario a la Constitución de
1999 ha sido uno de los puntos claves de la protesta.
Tras
casi dos meses de resistencia civil, desde las llamadas barricadas, y tras una
convocatoria del Estado venezolano a una Conferencia de paz, y una vez tras
haber participado con las autoridades de la ULA Táchira, se presentaron las
alternativas académicas para cooperar con la gobernabilidad en Venezuela;
pensamos que no hubo suficiente capacidad de convocatoria que convenciera a los
sectores confrontados, y no compartimos que la paz sea producto de una
imposición armada sino de una conciliación dialogada, la paz en democracia es
por consenso no con mano militar armada.
El
solipsismo observado en las llamadas mesas de dialogo, el soterrado interés del
efecto "gatopardismo", y la violencia verbal de los altos
funcionarios de Estado, incluido el presidente Maduro, sumado a la vision
unívoca de Estado, han claudicado un momento estelar que hubiera podido servir
de ejemplo de madurez política.
La
"primavera tachirense", quizá sea valorada por la
historia como la oportunidad que tuvo el Estado venezolano para rectificar el
modelo que se busca imponer y que requiere del respeto de las dos grandes masas
enfrentadas.
Lo cierto es que el Tachira, y en particular, San Cristobal es un centro opositor por excelencia, y debió respetarse esa voluntad general. Lamentablemente la violencia desbordada no fue la mejor forma para hacer valer el estado de derecho frente a un plan de la patria _diseñado por el difunto presidente Chávez_ y que obedecía a una política ideologizada que buscaba perpetuar un proyecto que no está en la Carta Magna.
Lo cierto es que el Tachira, y en particular, San Cristobal es un centro opositor por excelencia, y debió respetarse esa voluntad general. Lamentablemente la violencia desbordada no fue la mejor forma para hacer valer el estado de derecho frente a un plan de la patria _diseñado por el difunto presidente Chávez_ y que obedecía a una política ideologizada que buscaba perpetuar un proyecto que no está en la Carta Magna.
Rechazamos
la violencia como salida democrática, ni la guerra a palos y piedras, ni
la guerra a punta de quema de basura en las calles, ni desmontando las
alcantarillas, ni quemando bienes ni edificaciones públicas ni privadas es la
alternativa; no podemos tapar un error con otro error.
Quizá
los pueblos han aprendido que solo la violencia permite que se les oigan,
esa ha sido la historia, pero no la compartimos. La violencia engendra
violencia.
En democracia no hay vencidos, porque el elegido tiene responsabilidades con todos los electores, ya sea quienes votaron a favor o los que le adversaron.
Pero la democracia venezolana tiene una gran distorsión, ya que presenta el imperio de los votos a favor, como la única razón suficiente para imponer lo que sea, y eso ha desvirtuado la esencia de la democracia. No hay democracia de masas mayoritarias, la democracia es un pacto entre elegidos y electores; no es el gobierno para un sector. De hecho la democracia venezolana en la Constitucion de 1999, el soberano no traspasa el poder al elegir, la soberanía popular es inalienable, indivisible e intraspasable; por eso puede interpelar al elegido cuando lo considere, es roussouniana en su esencia. Y eso no ha sido comprendido suficientemente ni por el gobierno ni por los opositores, ya que ambos en el poder excluyen al adversario político.
La democracia en Venezuela está enferma.”
En democracia no hay vencidos, porque el elegido tiene responsabilidades con todos los electores, ya sea quienes votaron a favor o los que le adversaron.
Pero la democracia venezolana tiene una gran distorsión, ya que presenta el imperio de los votos a favor, como la única razón suficiente para imponer lo que sea, y eso ha desvirtuado la esencia de la democracia. No hay democracia de masas mayoritarias, la democracia es un pacto entre elegidos y electores; no es el gobierno para un sector. De hecho la democracia venezolana en la Constitucion de 1999, el soberano no traspasa el poder al elegir, la soberanía popular es inalienable, indivisible e intraspasable; por eso puede interpelar al elegido cuando lo considere, es roussouniana en su esencia. Y eso no ha sido comprendido suficientemente ni por el gobierno ni por los opositores, ya que ambos en el poder excluyen al adversario político.
La democracia en Venezuela está enferma.”
Efectivamente de lo que se trata es
reforzar el punto de vista del otro, de hacer valer los derechos del otro, de
lo que el otro dice, haciendo lo posible dialógicamente de reforzar sus
argumentos. En los documentos antes expuestos nos podemos cerciorar que nos
hace falta dialogicidad gadameriana para poder practicar una ética de
responsabilidad social. El Estado venezolano y la oposición deberán hacer un
esfuerzo para sentarse, pero eso implica el reconocer en el otro como igual, y
al parecer esas no son las condiciones que están planteadas.
A
manera de conclusión.
La
ética de la responsabilidad en Gadamer pasa por ciertas condiciones:
1. En
sentido hermenéutico, la ética dialógica implica el estar dispuesto a dejar
valer algo contra mí, y estar atento a aquello que lo hace diferente. Tal como
lo afirma Gadamer en uno de sus artículos más recientes: “Tenemos que aprender
a respetar al Otro y a lo Otro. O lo que es lo mismo, tenemos que aprender a no
tener razón”.
2. La
ética de la responsabilidad desde la perspectiva hermenéutica implica la
actitud de escucha y participación, en la que la responsabilidad lleva consigo
el tener cuidado del otro.
3. La
ética de responsabilidad implica por otra parte entrar en el juego del diálogo,
pero eso presupone el olvidarse de los propios intereses; es un poder escuchar
y atender a los intereses del otro, para conectarse con la comunidad. Aquello
que Anibal Rodriguez decía de: “Un estar como en casa. Sólo el que se siente
como en casa es capaz de amar al otro. Se trata de un problema de la
responsabilidad. El que es responsable de sí, es responsable de la casa, la
casa compartida que es la ciudad. El centro de la propuesta ética de Gadamer
es, entonces, una ética de la responsabilidad compartida, de la razón
dialógica.”
4. La
experiencia hermenéutica de la ética de la responsabilidad supone una dimensión política, en la que la
participación del ciudadano en su propia comunidad demanda una actitud de
disponibilidad para dejar de lado sus propios intereses, y apostar a la
construcción del bien común; de ser capaz de establecer consensos de interés
público.
Bibliografía
AGUILAR, M (2005) Diálogo y Alteridad, trazos
de la hermenéutica de Gadamer. Ed. UNAM, México.GADAMER, G. H. (1974) Verdad y
Método. II,
GADAMER, H-G., “La diversidad de Europa”, en:
La herencia de Europa. Ensayos,
Barcelona: Península, 2000
DAVIDSON, D.
(1980) Essay on Actions and Events. Oxford-
Clerendon Press. Citado por AGUILAR, M (2005) Diálogo y Alteridad, trazos de la
hermenéutica de Gadamer. Ed. UNAM, México.
RODRÍGUEZ, Anibal (11 de febrero, 2011) « La
ética dialógica de Gadamer », Diario El
Nacional, papel Literiario. Caracas Rotary International (2010) Manual de
Procedimientos.
[1] Filósofo (Universidad
Central de Venezuela, 1986); Magister en Gerencia Educativa (UNET, San
Cristóbal, 1994); Doctor en Historia (Universidad Santa María,
Caracas-Venezuela 2002); Doctor en Pedagogía (Univertitat Rovira i
Virgili-Tarragona-España, 2009). Profesor Titular de la Universidad de Los
Andes, Núcleo “Dr. Pedro Rincón Gutiérrez”. Coordinador General de Postgrado de
la Universidad de Los Andes-Táchira. Investigador en la máxima categoría, nivel
C, según evaluación del Observatorio Nacional de Ciencia Tecnología de
Investigación e Innovación. Past Presidente de la Academia de Historia del
Táchira, Miembro correspondiente en Colombia, Academia Boyacense de Historia y
Academia de Historia del Nortesantader. Miembro Honorario del Centro de
Historia de Chinácota, Nortensatander.
Actual Presidente de la Sociedad de Historia de la Educación
Latinoamericana (2011-2015), sede Tunja-Boyacá, Colombia. Con 25 libros y
capítulos de libros publicados en Brasil, Colombia, España, México y Venezuela.
Más de 120 artículos publicados en revistas arbitradas e indizadas según baremo
del FONACIT- ONCTI-Venezuela y CVLAC-Colciencias. Investigador principal y
asociado en 20 proyectos de
investigación: 10 individuales, 5 de grupo nacionales y 5 internacionales; con
investigadores de Colombia, México, Guatemala, Brasil, y España. Coordinador y
co-coordinador de simposios en 40 congresos nacionales e internacionales en
Venezuela, Colombia, Brasil, España, y México. Director-Editor de la Revista
Heurística (www.saber.ula.ve/heuristica); Miembro del Consejo Editorial de la
Revista de Historia de la Educación Latinoamericana (RHELA) clasificada en
Colciencias, Rudecolombia, UPTC-Tunja, arbitro de revistas Magis (Colombia), y
revistas en América Latina.